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las medidas necesarias para impedir o
restringir, en su caso, la emigración de
nacionales a fin de evitar la disminución
excesiva de la población". En la reforma
de la Ley General de Población realizada
en 1973, se establecen las mismas medidas
con excepción de la emigración
internacional que ahora señala "restringir la
emigración de nacionales cuando el interés
nacional lo exija, (artículo 3, inciso VIII).
Estas disposiciones están vigentes en la
actualidad.
De esta manera, la franja fronteriza
norte de México, formada por municipios y
ciudades que colindan con Estados Unidos,
ha experimentado el crecimiento
demográfico más intenso que cualquier otra
región del país, cumpliendo la intención
histórica, reflejada en sus leyes, de aumentar
su poblamiento. De 1930 a 1970 la tasa
media anual de crecimiento fue de 5.44 por
ciento, nivel semejante al de las cuatro áreas
metropolitanas mayores (ciudad de México,
Guadalajara, Monterrey y Puebla) que en
conjunto tuvieron, en el mismo periodo,
un crecimiento de 5.36 por ciento, y el
doble del crecimiento total del país, 2.74
por ciento. En las siguientes décadas se
observa en la zona fronteriza norte una
drástica disminución en la dinámica
poblacional: de 1970 a 1995 se estima su
crecimiento medio anual en alrededor de
2.55 por ciento, es decir, cerca de 50 por
ciento menos que en los decenios pasados.
La magnitud del crecimiento durante
40 años se explica, en gran parte, por el
efecto de la migración hacia las principales
ciudades fronterizas. Se trata de una
corriente migratoria que combina el
fenómeno de la migración interna
tradicional en busca de trabajo en las
ciudades fronterizas y, en parte, a una
migración particular a dichas ciudades como
puntos de enlace para un nuevo movimiento
migratorio laboral, documentado o
indocumentado, hacia Estados Unidos.
En estudios realizados a principios de 1960,
con información censal de los movimientos
migratorios a nivel de entidad federativa, se
detectó, entre 1940 y 1960, la nueva e
importante corriente migratoria hacia Baja
California que se originaba en estados
distantes.
En estos tipos de migración mucho
tuvieron que ver los convenios de braceros
—México y Estados Unidos—vigentes de
1942 a 1964, que promovieron la migración
interna y la migración internacional de
trabajadores y familiares. Asimismo, el
programa de industrialización fronteriza que
se inicia en 1965 promovió nuevos empleos
y, además, dio origen años después a la
industria maquiladora de exportación y al
programa de comercialización. De 1970
en adelante, el crecimiento demográfico
empieza a disminuir notablemente; por un
lado, debido a la nueva política de población
del gobierno, que se inicia en 1974, que
tiene, entre otros fines, el de atenuar las altas
tasas de fecundidad y por lo tanto el
crecimiento demográfico y, por otro, los
flujos migratorios empiezan a dirigirse a
ciudades intermedias del interior del país.
Sin embargo, la migración laboral hacia
Estados Unidos no sólo ha disminuido
en el tiempo sino que ha aumentado,
conservando las ciudades fronterizas su
particularidad de ser puntos de enlace a
ese movimiento de nacionales.
De acuerdo al reciente Informe del
Estudio Binacional de Migración, se estima
que la migración de personas a los Estados
Unidos que han establecido su residencia
permanente allí, ha correspondido a los
siguientes rangos (ver página III del Informe):
1960-1970
260 000
290 000
1970-1980
1 200 000 1 550 000
1980-1990
2 100 000 2 600 000
En los años de 1990 a 1996 se estima
en 1.9 millones aproximadamente la
migración neta de la población nacida en
México. Como se puede derivar, hay un
notorio incremento en el tiempo del volumen
de la migración internacional de México.
OMI