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habría que agregar dos factores adicionales
que pudieron obrar en el mismo sentido: por
una parte, el reforzamiento de las acciones de
la patrulla fronteriza durante 1995 pudo
desalentar el retorno de migrantes no
autorizados; y por la otra, la devaluación
monetaria, que al duplicar nominalmente el
valor interno de las remesas de los
connacionales, seguramente hizo más
atractivo para algunos migrantes continuar
trabajando en Estados Unidos que regresar a
México.
Una reacción distinta parece haberse
presentado en el caso de los migrantes que
residen en Estados Unidos, pues la
información de la
EMIF
muestra que en 1995
se produjo un incremento sustancial de su
número, estimándose en alrededor de 799
mil personas, cifra que representó 1.6 veces
los montos estimados en la primera y tercera
fases de la encuesta. Así, la crisis económica
y la impresionante apreciación del dólar en
1995 (devaluación del peso) propició la visita
de un mayor número de connacionales
residentes en el país del norte.
Otro aspecto que llama la atención al
examinar los datos del cuadro 1, es que si
bien tanto en el flujo laboral de ida como en
el de vuelta se aprecia un incremento de los
volúmenes hacia el tercer levantamiento de la
encuesta con respecto al año de 1995
—incremento que es mucho más evidente en
el flujo temporal de retorno—, los números
derivados de la última fase de la
EMIF
no
alcanzan el nivel de las estimaciones de la
primera etapa. En otras palabras, entre la
segunda mitad de 1996 y el primer semestre
de 1997, y después de la reducción de 1995,
las corrientes de carácter temporal en
cualquiera de sus dos direcciones repuntaron
de forma importante, aunque no lo suficiente
como para contrarrestar el descenso del
periodo previo, permaneciendo entonces por
debajo de las estimaciones de 1993-1994.
Sin perjuicio de la necesidad de
analizar una serie continua de datos que
permita una valoración más apropiada,
parecería que la explicación de tal situación
se encuentra, como ya ha sido planteado en
el
Estudio Binacional México-Estados Unidos
sobre Migración
, en el hecho de que un
número no muy bien especificado pero
importante de migrantes temporales,
autorizados o no, decidió establecer su
residencia o prolongar su estancia en Estados
Unidosdurante losañosqueabarca laencuesta.
En consecuencia, la reducción del flujo
de migrantes laborales captados por la
EMIF
se
reflejó en el descenso del número de
mexicanos que efectivamente trabajaron
temporalmente en Estados Unidos. A este
respecto, los datos del cuadro 1 dejan ver que
el número de mexicanos que regresaron del
vecino país del norte después de trabajar
temporalmente allí, pasó de poco más de 468
mil personas a cerca de 303 mil en los dos
primeros levantamientos de la encuesta,
mientras que en el último la cifra repuntó a
cerca de 397 mil trabajadores.
Otra cuestión que resulta interesante
destacar y que, en principio parecería tener
relación con las condiciones del mercado de
trabajo estadunidense, es la proporción de
migrantes laborales que regresaron a México
sin haber trabajado en Estados Unidos. De
acuerdo con el primer y tercer levantamientos
de la
EMIF
, los migrantes que consiguieron
trabajar representaron alrededor de 87% del
flujo laboral de retorno, no habiéndose
podido colocar en algún empleo el restante
13 por ciento.
En 1995, en cambio, la proporción de
los que regresan sin encontrar empleo fue
ligeramente mayor y se ubicó en 17%. Al
parecer el factor causal con mayor influencia
en el aumento de dicha proporción no tiene
que ver con las condiciones del mercado
laboral estadunidense, sino con la
intensificación y mayor eficacia de las
acciones de la patrulla fronteriza del
SIN
, lo
cual se expresa en un incremento
significativo, entre el primer y segundo
levantamientos, del peso relativo de los
migrantes que regresaron a su lugar de
residencia en México por haber sido
aprehendidos y devueltos por la patrulla poco
después de internarse en Estados Unidos (de
13 a 19%).
OMI