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Sin embargo, el reconocimiento de
estas posibilidades deja abierta la
interrogante sobre las razones o causas, tal
vez derivadas de la crisis, que dieron lugar a
la referida reducción del flujo. Reconociendo
que la tarea de desentrañar los nexos entre la
crisis de 1995 y la reducción del flujo
temporal requeriría de un análisis detallado y
de periodos de observación más
prolongados, no es aventurado considerar el
incremento en los costos de migración como
un posible factor determinante en la
disminución del número de migrantes. En
efecto, es probable que la inflación interna y
la caída del empleo e ingreso real durante el
primer semestre de 1995 hayan reducido la
capacidad de ahorro de los potenciales
migrantes, impidiéndoles generar una reserva
de dinero que les permitiera cubrir las
necesidades familiares antes de la primera
remesa, así como solventar los gastos que
implica la empresa migratoria: transporte,
manutención y estadía en México y Estados
Unidos (previos a la percepción de un
salario), así como el pago eventual a
polleros
.
Al respecto, debe considerarse que la
duplicación del valor del dólar se tradujo en
incrementos sustanciales de los costos de
todos los bienes y servicios que los migrantes
mexicanos consumen y deben sufragar en el
país vecino antes de percibir ingresos, e
incluso durante su estancia en la zona
fronteriza.
Esta hipótesis, que fue objeto de
reflexión por estudiosos del tema cuando en
1981 también parecía observarse una
reducción del número de migrantes a raíz de
una devaluación del peso en medio de la
crisis económica, a primera vista parece
menos plausible para explicar la caída
del flujo temporal de retorno durante
el mismo año.
Seguramente los mismos factores de
incertidumbre financiera y de crisis
económica en México que desalentaron el
flujo de ida, pudieron aumentar la
predisposición y esfuerzo de los migrantes
mexicanos para establecer su residencia o
prolongar su estancia en el país vecino, el
cual por cierto, en ese momento vivía un
periodo de crecimiento económico. A ello
a) las cifras a las que hemos hecho referen-
cia corresponden a estimaciones puntua-
les contenidas en una estimación de
intervalo, de mayor o menor amplitud;
b) si bien las tres etapas de recolección de
información de la
EMIF
tienen una dura-
ción anual, los periodos tienen inicio y
término diferentes, lo cual implica que
las estimaciones no son estrictamente
comparables.
Los cambios señalados, en particular
la caída observada en 1995, parecen poner
de manifiesto la existencia de una relación
entre crisis económica, devaluación del peso
frente al dólar y magnitud de las corrientes
de migración temporal México-Estados
Unidos. La evidencia disponible contrasta
con las expectativas de algunos
investigadores e instituciones ante
situaciones similares, como es la percepción
de las autoridades estadunidenses, quienes
por lo común esperan un aumento de la
corriente migratoria hacia su país cada vez
que se produce una crisis económica en
México.
Los datos de la
EMIF
sugieren una
relación compleja entre la crisis más reciente
y la migración temporal; sin embargo, es
necesario indagar sobre los vínculos
específicos entre uno y otro fenómenos. En
términos generales parece razonable
explicar la reducción de la magnitud del
flujo temporal total
4
por dos situaciones que
pudieron haberse combinado:
1) un número importante de personas dejó
de integrarse al flujo migratorio hacia
Estados Unidos en 1995 o en la segunda
mitad de 1994;
2) una parte significativa de los migrantes
no fue contabilizada por la
EMIF
en 1995,
ya sea porque extendió su estancia o
estableció su residencia en el país
vecino, apresuró su regreso, o viajó en
avión directamente al interior de México
y no fue captada por la encuesta.
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Se denomina flujo o corriente migratoria total a la suma de los
flujos de ida y vuelta.